Monday, October 04, 2010

Tras el paso por el desierto... De vuelta al paraíso

La semana pasada sólo tres elegidos habiamos tenido la suficiente "moral" (dejemoslo en moral) como para volver a enfrentarnos a Ricobayo. Esta vez en el marco del Encuentro Latino. Lo mejor de esta competición, la grata compañía de los compañeros del Valencia Bass Club. En cuanto a la pesca, sólo decir que tras demostrar tener los "cojones cuadrados" navegando con el rayo azul en aguas del Esla, y hacerme pajas mentales sobre pesca finesse utilizando líneas de 4 libras, al final Cisco conseguió sacar el pez de la honra con un crankbait en una punta. Me alegré mucho por él, una porra hubiera sido tan injusta dada la ilusión que llevabamos en nuestras cajas de señuelos.

De vuelta a tierras valencianas, todos sanos y salvos, en parte gracias al cambio de remolque por parte de Cisco, sólo quedaba hacer una cosa, ir a pescar. Ya en el camino de vuelta, Emilio me había llamado para preguntarnos como nos había ido y aprovechar para invitarme a otro día de pesca con él y Lucky. Esta vez en su barca para disfrutar de su motor de 25CV recién adquirido. Así que con el ansia de volver a pescar en Cortes y desquitarme con un buen pez, acepté sin dudarlo.

Habiamos quedado a las 7:30 en la rampa de Cofrentes, así que tras dormir sólo 3 horas y pasarme el desvío hasta en dos ocasiones, llegué al embarcadero. Me sorprendió la cantidad de coches con remolque que esperaban para botar sus barcas, mientras Emilio en su papel de guardia expedía pases a diestro y siniestro. Además, tuve la suerte de coincidir con los compañeros murcianos con los que cenamos en la cena de gala del Encuentro Latino.



Botamos la barca, de forma que yo pensaba que ibamos a botar coche y todo. Seguidamente subieron a bordo Lucky y Emilio para empezar a pescar en la primera arboleda a mano derecha.



El nivel del embalse estaba muy alto y el día estaba nublado, aunque el agua estaba cristalina. Así que empezamos a pescar con jerkbait para ver si arrancamos alguno de debajo de las coberturas en las orillas. No tardamos en sacar alguno de talla, pero ninguno espectacular. Aproveché para usar los jerkbait de Jackall que compramos para Ricobayo, a ver si nos iban mejor, pero no me dieron ningún pez.

Mientras yo hacía probaturas, Emilio sacaba algún que otro pez orillado. Monté mi nueva caña de crankbait medium a ver como movía los crankbaits, y efectivamente, los movía mejor, pero esperaba que fuera un pelín más blanda.



Cambiamos de orilla en busca de una punta que entra bastante en el embalse y al primer lance sobre ella con un mini SKT, patapam, noto una parada en seco y le digo a Emilio que llevo uno. Lucky ya tenía sus orejas al viento con los cinco sentidos mirando al agua. Ví que subía un pez alargado, y mi primer pensamiento fue un lucio, pero al verlo oscuro me dí cuenta que era una lucioperca. Temí por mi crankbait que había desaparecido en las fauces de esa lucioperca, pero por suerte pude subirla al barco. Era una buena lucioperca que mi madre sabía que me agradecería.



Volvimos a cambiar de orilla para probar batiendo orilla con crankbait y con ika, y algún que otro sacamos, pero nada digno de mención. El día empezaba a aclararse como Emilio había predicho y la temperatura del agua empezaba a subir. Así que decidimos almorzar antes de que nos entrara alguna pajara y no pudieramos clavar. El almuerzo me recordó una jugada de poker, yo saqué mi bocata de jamón con tomate, y Emilio me dijo lo veo y le pongo una anchoa a cada cortada de jamón "Que t'ha paregut morrut?". Como uno que yo me sé diría: "Pa flipar!". La cuestión es que engatusé a Emilio con las almendras y cacos fritos de mi madre que hasta Lucky degustó.



Bajamos hasta la rećula a la sombra tras pasar la isla del río. En el camino Lucky mordisqueaba mis dedos mientras yo le hacía de rabiar cogiéndole el hocico. Había llegado la hora de jugársela con la línea de 4 libras que llevaba de Ricobayo. Al igual que allí, pensaba que en el primer lance iba a sacar un bicharraco de esos que te cortan la respiración, pero no, sólo saqué raspetas y alguno de talla justo. Emilio también sacó alguno y se encabronaba al ver como se le escapó un tocho por no clavar a tiempo. Por delante de nosotros pasó río arriba uno de los porreros de Ricobayo, cuyo nombre no revelaré por no ofender.



Bajamos hacia el Ral aprovechando para que Emilio ejerciera su papel de guardia, pero afortunamente todo estaba en regla. Pescamos la arboleda del Ral, pero no estaba yo para estar centrado en pescar, pues los retortijones me hicieron saltar de la barca en busca de rebollones. Volviendo al tema de la pesca, no sacamos ninguno en el Ral.

De ahí nos fuimos a la zona de la presa, posiblemente mi zona favorita, antes de llegar al cepillo. Era la hora de comer, así que nos atamos a un árbol separado de la orilla. Acabamos con todas las almendras y cacaos y picamos algo más antes de comer. Tras comer, Emilio me propuso echar una siesta hasta las 16h, lo cual me sorprendió en primera instancia, pero no tardé en aceptar. Emilio recostado panza arriba con el pedal eléctrico como almohada y Lucky a su lado, era para hacerle una foto, todo una filosofía de pesca y de vida. Me recosté en la parte de atrás y me quedé plácidamente dormido, incluso creo que resoplé. Todo esto duro hasta que el barco porculero nos despertó con su oleaje.



Emilio ya me había comentado de los efectos terapéuticos de una buena siesta en medio de una jornada pesca, pero no me lo acaba de crear. Pensaba: "Este Emilio...". Andaba yo felizmente con mi ika de Kinami en color alburno lanzándolo pegado a la orilla, sin pensar que los peces no podían estar ahí tras el oleaje brutal del barco. Así que lo alterné con un skitter grub en color baby bass, terrorífico. Me dió algún pez de talla, pero yo quería uno de los buenos.

Seguimos pescando hasta que llegamos al punto P, aprovecho que iba de angler y lanzó el ika un poco separado de la orilla. Veo que tras dejarlo caer durante dos o tres segundos la línea viene hacía mí. Ahí estaba, jeje, patapam, la caña "locals only" heavy by Nachete Revert (no acepte imitaciones) con un 15 libras no podía fallar. En la clavada la línea se deslizo por la superficie del agua y pensaba que no clavaría, pero sí. Como una exalación el pez se dirigió hacia el medio del embalse y ya sabía que el que estaba a la otra parte no era común en Ricobayo. Empezó a tirar como una bestia, pero la caña heavy no dió cuartel. Tras las primeras carreras por debajo de la barca, el animalico asomó su linda cabecita. Emilio no lo había visto y se sorprendió de su tamaño. Me arrodillé, hice presa en su mandíbula y lo subí al barco con un rugido de rabia contenida ante la cara de fascinación de Emilio. Hacía mucho que no sacaba un pez tan bueno, de hecho, desde la salida que hice con Javi en marzo de este año, no había sacado ninguno por encima de 2 kilos. Para algunos por estos meridianos, un pez como estos es común en todas sus salidas, pero este año había sido especialmente malo personalmente y lo disfruté como nunca.



Acto seguida, Emilio sacó un pez de talla que parecía una raspa a su lado. El sacar un pez de 2 kilos había sido como decirle a Emilio "ponte las pilas" que tú también tienes que sacar uno.



Lo intentamos subiendo hasta la arboleda enfrente del pantalán, probando con crankbait, vinilo a drop-shot, skitter grub, pero los peces no se veían. Posiblemente habría que haber pescado un poco más alejado de la orilla dada la transparencia cristalina de las aguas. Bajamos hasta el cepillo donde Emilio sacó otro de talla, pero nos faltaba ese pez por encima de 1.5kg que tanto te llena. De hecho, Emilio me dió una lección de regularidad sacando peces de talla, aunque no fueran espectaculares. Esta vez la suerte me había sonreido.

Se levantó el viento y con ello la lucha contra los elementos. Además, estaba empezando a anochecer. Así que nos dirigimos hacía el río. El motor de Emilio hacía que el viaje fuera más breve y Lucky, más ameno. Pasamos la isla y en la primera playa a mano izquierda empezamos a pescar, pero la conversación mantenida que incluía términos como "clavel", "triton", "garrotazo", etc. se apoderó de nuestra atención, y la pesca quedó en un segundo plano.



Era ya de noche, y quedaba poca luz, así que tras casi 13 horas de pesca solamente interrumpidas por una siesta reponedora, sacamos la barca entre dos luces para "replegar les banderetes i pa casa". Como siempre fue un placer pescar con un tío tan sincero como Emilio, y con Lucky, su fiel compañero.

4 comments:

Jaime Francisco said...

¡Buena crónica y buena pieza!

Enhorabuena a los dos.

Un abrazo.

Jorge said...

Gracias Jaime por la parte que me toca.

Ya he visto que estas cociendo una crónica.

Un abrazo.

Miguel said...

Valla dos!!!The Guardian y the Doctor,jejje

Anda que Emilio no sabe ni na, nada como una buena siesta para afrontar la tarde con mas ganas!!jeje

Mira el Luki en la foto con Jorge como esta de muestra con el bass!!eso es instinto.

Muy buena cronica compañero!
Un saludo

Jorge said...

Emilio es un crack, un tío singular. Como ya le dije en su momento, el mejor guarda (to the best of my knowledge) que ha tenido el acotado de Cortes.

La foto que dices Miguel es la caña. Lucky no le quitaba ojo al bass mientras yo posaba. Si lo vieras como se pone cerca de la borda mientras sacamos los peces, es para hacerlo socio del club :-)

Un abrazo.