Friday, November 21, 2008

Open de Lucio en Orellana (y Parte III)

Antes de empezar con la crónica de la segunda manga, llamar la atención del lector despistado para que se percate que esta es la tercera y última parte de una crónica, cuya primera parte empieza dos entradas más abajo.

Volvamos a recuperar el hilo conductor de nuestro relato. Eran las 8:25 de la mañana y el barco de control estaba dando la salida. Astutamente, un minuto antes de la salida, Vicent había pasado por detrás de todos los participantes para encararnos hacia la récula del puerto náutico que esperabamos que hubiera estado menos pescada el día anterior. Así que sobre la bocina Vicent salió a 5300 revoluciones hacia esa récula, detrás de nosotros venían los Cámara (¿los Cámara?, sí nano, sí) que se pusieron a pescar a nuestro lado. Los primeros lances de la mañana no depararon ningún pez, y parecía que a Orellana le costaba reaccionar tras el "tute" que se le había dado el día anterior. Proseguimos pescando la playa que teniamos a nuestra espalda y saliendo de la récula cuando Vicent clavó uno pequeño. Ya no hacíamos porra :-)

En eso que llegaron unos ribereños con sus pikies y en unos minutos, uno de ellos nos dió una lección de sacar buenos lucios sacando tres de ellos con un facilidad pasmosa. En ese momento, Vicent que ya todos sabemos lo nerviosito que es, se gira y me dice: "Hay que ponerse las pilas", a lo que yo le respondo con mi mítico: "Estoy en ello, chaval". No habían pasado 10 minutos cuando clavo un lucio que pasaba de los 2 kilos, jeje, ya tenía a Vicent más contento. Acto seguido y batiendo la orilla a lo tonto hacia la punta, Vicent clava otro. Ya estabamos en 3 lucios, sólo nos quedaba uno para el cupo.



Nos quedamos sobre la punta hacia la cual nos dirigiamos y no sé si fuí yo o Vicent (seguramente sería yo, porque todos sabemos que Vicent como diría el maestro Paco Revert: "No tiene ni puta idea") sacó el cuarto. Pues ya está, ya nos podiamos ir a casa tranquilos, teniamos el cupo de 4 lucios y eran las 9:30. Seguro que mañana que voy a Tous no hago el cupo a las 9:30, ni pasadomañana tampoco. Nos habiamos acostumbrado a sacar lucios como churros, es que en Orellana había más lucios que churros :-P

Así que probamos un poco más sin éxito y nos fuimos a hacer una pequeña marcianada. Esta consistía en pescar entre los barcos que estaban amarrados en el puerto náutico. Ahora le llamo marcianada porque no pescamos ninguno, pero no me hubiera extrañado sacar un tocho que se refugiaba del ajetreo de barcos que había en el resto del embalse. En fin, que no pescamos nada entre los barcos, aunque yo casi engancho mi pikie con uno de los barcos, jeje.

Así que volvimos a una punta que habiamos pescado el día anterior a última hora y donde yo tuve una picada y Vicent sacó uno. En eso que cuando nos aproximamos, paramos el motor y antes de que Vicent tirara el motor eléctrico al agua, un lucio sube a la superficie a coger algo, y se mete para dentro al lado del barco. Vicent, rápido de reflejos, le deja caer el pikie sobre su vertical hasta que se lo deposita en el fondo. Pega un par de sacudidas sobre el señuelo, y el lucio no lo duda, patapam, picada alucinante, y tras un momento de lucha, el lucio sube al barco. En línea con la cita de Javivi: "¡Cómo pican!, cuando pican".

Sobre ese punto nos anclamos un rato, bueno, tiramos un bloque de hormigón al agua atado por un cabo y nos mantuvimos un rato. Creo recordar que sacamos otro lucio con pikie. Así que otra vez siguiendo el consejo de Jaime, nos desengañamos y nos fuimos con pikie a pescar los cortados. Llegamos a un cortado que tenía muy buena pinta y donde la sonda nos marcaba peces a 10 metros, así que les tiramos de todo, pikie, crankbait, spinner y hasta el famoso bloque de hormigón (como ancla), que habiamos traido desde Valencia no sólo como ancla, sino como amuleto de buena suerte. De hecho le teniamos tanto amor a este bloque de hormigón que en la primera manga se nos olvidó meterlo en el barco cuando desembarcamos, y me lo traje andando desde donde aparqué la furgona hasta el embarcadero donde me esperaba Vicent, unos 300 metros paseando al bloque de hormigón. Espero que no me reconociera nadie, si no pensaría que tengo algún problema mental.


Pues eso, que estabamos en un cortado pescando los lucios a 10 metros y no picaban a nada, pasaríamos allí una hora hasta que nos aburrimos sin picada y nos fuimos. Cambiamos a otra punta cercana a la zona de pesaje y se acercaba la hora de cierre del pesaje intermedio, serían las 13:30 e iban nuestros pikies inocentemente surcando una zona poco profunda. En eso que en un lance de tantos paralelo a la orilla, Vicent clava un lucio, y me dice: "Salabre", aunque el sabe que me pone más que me diga: "Llevo uno". Así que dejo mi caña que estaba lanzada a tomar por culo y abro el pick-up de mi carrete. En eso que Vicent como suele hacer, clava el lucio, y en un acto reflejo lo fuerza un poco para subirlo llevando el brazo hacia el pecho. Sin embargo, en esta ocasión ese lucio no iba a subir así como así, aquello que había a la otra parte de la línea despego el brazo del pecho de Vicent en una exalación, y entonces Vicent me dijo: "este es grande, nano". Efectivamente era grande, se puso a tirar y lo único que podiamos hacer es seguirlo con el barco hacía donde él tuviera bien llevarnos. Mientras tanto, como suele pasar en los momentos más emocionantes, mi carrete se le había cerrado el pick-up y la caña estaba a punto de saltar del barco, y la caña era una Falcon, así que estaba con un ojo mirando a ver por donde salía el lucio, que en ese momento le quedaba mucho tiempo para rendirse, y el otro ojo en la dichosa caña que tenía el hilo enganchando en el carrete. Vicent acojonado, no hacía más que pedirme que dejara la dichosa caña, y me centrara en ensalabrar al lucio que estaba a unos 5 metros de profundidad. Sí, os lo podéis imaginar, como estaba de nerviosito nuestro amigo. Así que al final desenganche el hilo del carrete, mientras el lucio nos paseaba por ahí durante un rato más y me centré en ensalabrar el monstruo que esperaba salir a superficie. Salió por la parte de detrás del barco, y al primer intento de ensalabrarlo lo meto, pero salta fuera y cae al agua, fue un momento que nos dejó helada la sangre, ¿seguiría enganchado ese lucio al que ya le echabamos 7-8 kilos?, sí, había habido suerte, el lucio seguía allí y en mi segundo intento, no fallé. Lo que falló fue el salabre, pero menos mal que Vicent me ayudo y el lucio entró en el barco. Vicent se dejo caer sobre el asiento del barco extenuado por la lucha y la tensión acumulada durante esos largos minutos de pelea. Acto seguido nos fundimos en un abrazo de varios segundos, (¡qué bonito es el amor!, hacía mucho tiempo que nadie me abrazaba durante tanto tiempo) y contemplamos ese pedazo de lucio que nos acompaña como tercer tripulante. En ese momento de euforia, le calculé un peso de 8 kilos, pero no había tiempo de estimaciones, estabamos a 20 minutos del cierre del pesaje y no era plan de tener enganchado ese lucio en el stringer durante todo el día, y más con la experiencia de ayer.

Así que Vicent salió a toda ostia hacia la rampa de desembarque, cuando llegamos y tras comprobar que estaba completo y no había perdido nada por el camino por el rozamiento con el aire, desplegamos un protocolo de máxima seguridad para garantizar que ese pez llegaría a la báscula. Y así fue, ese lucio dió en báscula 6.850kg, siendo la cuarta pieza mayor del open de lucio. Fue emocionante ver como nos grababan en video mientras Vicent y yo subiamos por la rampa, y después una sesión de fotos por Francisco Carrión (Solo Pesca) delante del panel de patrocinadores. ¿Quién me iba a decir a mí cuando era un chiquillo (año 97-98) y leía los reportajes de este señor, que iba a estar delante de su cámara algún día? Sí, era un sueño hecho realidad.

Ya no nos quedaba más que recomponernos y volver a pescar las 4 horas que nos restaban. Volvimos a donde sacamos el tocho, y después de estar volviendo a montar un pikie que había perdido con el jaleo del luciaco (el único pikie que perdí en Orellana) lanzo en el mismo sitio donde había salido el de Vicent, y patapam, otro. En el primer momento, la ilusión fué más rapida que la cordura, y cuando ví que el lucio subía a la superficie, me asusté. Ya pensaba que teniamos otro de 5 kilos por lo menos. Me recordaba a aquel lucio que saqué en Tous que salió a la superficie e hizo un remolino en el agua que no olvidaré en mi vida. Pero esta vez, era más pequeño, estuvo cerca de los 3 kilos, pero eso, 3 kilos. Luego cambiamos de zona, pero creo que no pescamos nada más, teniamos 3 lucios buenos en el vivero con una media de 2.6kg.

Así que pescamos un rato más otro sitio y sin más picadas nos fuimos a pesaje. No recuerdo exactamente el pesaje que hicimos en la segunda manga pero creo que fueron 14 kilos y pico. Fijaos de la importancia de sacar lucios grandes en un open, donde uno de ellos de 6.850kg, casi equivalía a 3 con una media de 2.6kg. Los Migueles pincharon en esta segunda manga, no porque no pescaran lucios, sino porque eran pequeños y entre los cuatro no llegaban a los 8 kilos. Una lástima.

Con eso sacamos el barco del agua, y tras volver a quedarme en medio de la rampa porque no me dejaron hueco para subir, nos fuimos a la casa de los templarios (nuestra morada en Orellana) para ducharnos y arreglarnos para la cena de entrega de trofeos.

Cuando los Migueles, Vicent y yo llegamos a la recepción de la cena de entrega de trofeos, tomamos algo, mientras esperabamos a la cena entre anécdota y anécdota. Nos lo habiamos pasado de categoría y habiamos sacado más lucios que nunca. En eso que llego la cena de gala, que en mi humilde opinión sería mejorable en calidad y servicio. A continuación empezó la rifa. Los Migueles, que son unos suertudos, les tocaron algunas cosas. A Miguel Franco, una caña, no, no era una GLX, no os hagáis ilusiones. A Miguel García, una bolsa llena de señuelo variados, no, no eran bolsas de Yamamoto. En eso que empezó la entrega de trofeos per se, y como novedad nos enteramos que los 25 primeros, tenían plaza asegurada, que no pagada, en el open del próximo año. Nosotros en una remontada espectacular alcanzamos un meritorio puesto 15. También , en línea con la ceremonia de entrega de trofeos de Caspe, subimos al escenario a recoger una bolsa de señuelos con un swimbait trucha gigante.

Ya no me queda deciros que Vicent y yo nos fuimos a nuestra camas, sí, nuestras respectivas camas para descansar un rato antes de madrugar para emprender el camino de vuelta a tierras valencianas. Los Migueles tenían que dormir en cama de matrimonio, y claro, no podía ser de otra manera, del roce surgió el cariño, y del cariño, el amor, y tuvieron muchos miguelitos (de la roda), fueron felices por siempre, y colorín colorado, este cuento se ha acabado. No, no fue así, aunque hubiera sido bonito, ¿eh, Miguel? :-P



En tono más serio y conciliador, la experiencia del Open de Lucio fue increíble, con un ambiente interpersonal, bueno. Además las condiciones climatológicas acompañaron y los lucios dieron la cara en todo momento. La organización del evento fue magnífica, con una cobertura mediática buena y unas instalaciones envidiables. Desde aquí agradecer el esfuerzo que tantas personas de la organización del open han dedicado a su preparación.

Finalmente, espero no haberos aburrido con estas 3 crónicas tan rolleras y con mis desvaríos, y espero vuestros comentarios al respecto. Un abrazo y el año que viene espero que más y mejor :-)

Wednesday, November 19, 2008

Open de Lucio en Orellana (Parte II)

Antes de empezar esta segunda parte de la crónica del open de lucio, agradecer a Vicent y Javi sus palabras de apoyo y ánimo para seguir escribiendo.

Retomemos la crónica. La bocina está sonando y Vicent ya estaba empujando (que no pisando) a tope el acelerador. Ibamos observando donde estaba pescando la gente mientras navegabamos a toda ostia y pasando un frío que podríamos describir de la misma manera, es decir, de la ostia, bueno tampoco era para tanto.

Los barcos estaban colocados sobre las puntas, en algunas ocasiones apelotonados incumpliendo la distancia mínima de 75 metros. Seguimos adelante buscando un hueco donde pescar, en eso que avistamos el mítico puente de Cogolludo donde se sacan lucios que para subirlos al barco hay que hacer el gesto del izado del siluro :-) Nos estabamos aproximando al puente y sorprendentemente no había nadie (¡qué raro!). Empezamos a pescar a 8 metros sin picada y eso que lanzabamos en los ojos del puente. Nos ibamos alejando del puente cuando vimos que la sonda nos marcó que a 9 metros estaba lleno de peces, eran lucios :-) machacamos la zona sin resultado y yo ya pensaba que la jornada pintaba como uno de esos días típicos en Tous. De hecho cambiamos de zona a otra que era una playa de arenisca y más somera, pero seguiamos sin picada :-( Así que volvimos sobre nuestros pasos pescando otra punta sin resultado. Ya había pasado un par de horas y ni una picada, mal pintaba la cosa.

Así que volvimos a cambiar de zona a otra donde había una isla sumergida y empezamos a pescarla. A los poco lances, Vicent por fin sacaba un lapicero con un crankbait, y yo con mi pikie había tenido alguna picada, pero nada serio. Con este mismo crankbait Vicent sacó algún lucio más rodeando la isla, pero eran pequeños, así que cruzamos a la playa de pizarra que había enfrente. En ese momento creo que sólo llevabamos uno o dos lucios y pequeños. En esta playa Vicent tuvo hasta tres picadas seguidas (pero seguidas de verdad) que no se materializaron en ningún pez, y no hacía más que decirme "salabre", dejaba mi caña para atenderlo y nada. En eso que a la cuarta picada consecutiva, sí, como leéis, consecutiva, Vicent me pide que mire su caña que tenía un lucio enganchado y me pregunta: "Esto es una picada, ¿o estoy tonto yo?", y acto seguido clava y saca un lucio, por fin. Fue algo increíble.

A partir de ese momento, me pasé a un pikie más pequeño, me puse las pilas y saqué algún lucio que otro, sí de esos de 2 kilos que si lo sacas en Tous, dices que, rememorando al maestro de Jaime, puedes irte a casa con el olor de la victoria. Jaime nos acordamos de tí, y pensamos en lo que disfrutarías pescando con tu pikie los lucios que había en Orellana. Siguiendo con la crónica, volvimos sobre nuestros pasos de nuevo, volviendo a pescar la playa, y Vicent se puso a sacar todos aquellos lucios que se le habían escapado en la primera pasada. Vicent sacó lucios de 2-3 kilos hasta que se cansó. En mi caso por fin clavé uno guapo, le eché unos 4 kilos que se me escapo por forzarlo demasiado a subir, una lástima, aaaggghhh! En ese momento, serían las 12h o así y teniamos un cupo de 4 lucios de 2-3 kilos cada uno, habiéndo cambiado ya alguno. Algo totalmente impensable en los austeros días de pesca del lucio en Tous, donde cuando has pescado un lucio, "you can call it a day", del español "ya has echado el día". Así que decidimos cambiar de zona o como diría Jaime: "Cuando te desengañes, nos vamos a los cortados a pescar con pikie".

Pues eso fue lo que hicimos, nos fuimos a un cortado, y yo me puse el pikie facha sacatochos, y no me defraudó. Al enésimo lance a "fer la mà" y al traerlo hacia el cortado (ya que estabamos pegados al cortado) por el fondo, patapam, picada. Este era bueno, o eso me parecía a mí, ya que resultó ser el lucio más grande de los que hasta ese momento habiamos sacado, pero no pasaba de 3 kilos :-( pero como podía ser, si yo soy "the lord of the luckies", traducido del inglés vicentino al español "el señor de los lucios". Pues nada, poco después pescamos otra punta y Vicent sacó un lucio guapo que no pesamos, pero que debía estar cerca de los 4 kilos. Era el más grande del día, así que tuvimos que ponerlo en el stringer fuera del barco con dos clips enganchados. En eso que seguimos pescando y sacando algún lucio que otro más, que sí, que sí, que no es una exageración típica de pescador, allí había lucios de 2-3 kilos para aburrir. Mucho antes un ángel que bajo del cielo nos había confesado que los Migueles habían hecho el cupo hace rato, (¿un ángel?, nano sí, un ángel de Orellana, de toda la vida).

Pues eso que seguimos pescando con nuestra pieza mayor enganchada en el stringer tan felizmente, cuando en un arranque del eléctrico, el lucio se asusta, sale disparado y se "aleja demasiado" del barco, ¿pero si estaba enganchado en el stringer?, sí eso es lo que pensaba yo. Algo fallaba, tras reaccionar nos dimos cuenta que nuestra pieza mayor se había escapado tras romper la baga del stringer, y no porque los clips se hubieran abierto. Sí, una putada en toda regla, habíamos perdido la pieza mayor. Seguimos pescando y alguno más sacamos, pero ya no tan grande. Lo que fue absolutamente rayante fue determinar qué lucio era el más pequeño para soltarlo, aunque al final nos aclaramos.



Y pescando, pescando, se nos hizo la hora del pesaje. Había sido un día increíble de pesca, nunca había sacado tantos lucios en toda mi vida y nunca pescaré tantos si no vuelvo a Orellana, en dos palabra memo rable :-) Al final pesamos 10 kilos y pico, y os puedo decir que subir con los 10 kilos de lucio más el agua de la bolsa por la rampa de desembarque de 50 metros, es otra experiencia inolvidable. Sea lo que sea, pero la experiencia de hacer un pesaje en el open de lucio mola mucho.



Recogimos el barco y nos fuimos a ponernos guapos para cenar. Estabamos cansados, después de un buen madrugón y un día de emociones sin fin habiendo subido al barco hasta 16 lucios. La cena fue, como no podía ser de otra manera, en "La codorniz", con mucho condimento, en buena compañía y contando muchas anécdotas de un excelente día de pesca. Estabamos cansandos, bueno reventados, así que nos fuimos directamente a la cama. Sin embargo, esta vez no quería fallar, me humedecí los labios, le hice una caidita de ojos a Vicent y le dije: "te espero en la cama". Esa noche dormimos juntitos en la cama de matrimonio, lo que hubo entre nosotros esa noche lo guardo para mí, pero sólo diré que la manta que nos cubría se nos hizo pequeña. Pero pequeña, porque yo no paraba de intentar taparme con ella, y Vicent la tenía bien agarrada, así que no tuve más remedio que arrimarme a él, ¡qué pillo! :-P

Dejándonos de mariconadas, dormimos bien esa noche, aunque por alguna razón que escapa a mi conocimiento, la alarma de un móvil (que resultó ser el de Miguel) sonó a la 5 de la mañana, y yo instintivamente se lo pasé a Vicent. No me preguntéis por qué. A las 6 nos levantamos, y tras ponernos guapos nos fuimos para Orellana. Allí nos esperaba el segundo día de pesca en Orellana, todos decían que los lucios estarían duros después de meterles tanta caña el día anterior. Así que con una mezcla de ilusión y temor nos dirigimos al barco de control en el protocolo de salida. Había en juego un open y una noche en camas individuales (efectivamente, si ganabamos a los Migueles que iban por delante en ese momento, podríamos elegir nuestro lecho esa noche, era el trato que habíamos hecho). Así que con el viento fresco de la mañana acariciando mi cara angelical, esperamos el estridente sonido de la bocina que daba comienzo a la segunda y trepidente manga.

Sunday, November 16, 2008

Open de Lucio en Orellana (Parte I)

Era una mañana lluviosa del último día de octubre cuando mi móvil sonó. Eran las 10h de la mañana y Vicent estaba esperándome con la furgoneta en la puerta de salida del poli. Fuí a por mi maleta que estaba en mi coche, la cargué y nos fuimos dirección Benisanó a por el barco. Cuando llegamos, cargamos todos los trastos en la furgona enganchamos el barco y salimos en busca de los Miguelitos de la Roda (¿de la Roda?, nano, sí de la Roda) que estaban esperándonos en la vía de servicio del Rebollar en Requena. Todo iba perfecto hasta que Vicent entró en modo pánico y yo con él cuando dijo: "Nano, no encuentro las llaves del barco". Vaya putada, paramos en la vía de servicio de Buñol, miramos en casi todas las bolsas en busca de las dichosas llaves, pero nada de nada, y no estabamos pescando. Pensamos que se habrían caido al sacar el barco, así que Vicent en modo Fernando Alonso pero con una furgona (de mierda, por lo sucia) y con un barco enganchado volvimos a toda ostia a Benisanó, para descubrir después de un rato de rastrear las calles, preguntar a los lugareños y comercios aledaños, que las llaves habían estado todo el tiempo en una de mis bolsas donde Vicent había tirado las llaves. Si en ese momento no maté a Vicent, creo que tengo cuartada para toda mi vida y vosotros sois testigos :-P

Que se note que soy informático, hagamos reset y retomemos la crónica. Pues ya con nuestras llaves del barco localizadas y haciendo un juramento de caballeros que en todo momento ambos sabriamos donde estarían las llaves del barco, nos fuimos en busca de los Migueles a los que les debemos mil disculpas por hacerles esperar un par de horas en una via de servicio.

Pues ya estabamos de camino a Orellana con unas 5 horas de conducción por delante. Conduje yo hasta un poco antes de llegar a Ciudad Real, donde esperamos a los Adolfos que nos guiarían por la laberíntica Ciudad Real y así evitar el centro de la ciudad. Estos Adolfos sí que son padre e hijo, no como los Miguelitos, aunque por diferencia de edad lo podrían ser. Vicent cogió la furgona hasta Orellana, a donde los Adolfo nos llevaron como el mejor de los GPS, dado que Adolfo el padre era del terreno, digo del terreno de Extremadura. Cuando llegamos estabamos reventados y para colmo no llegamos a tiempo a lavar el barco, y eso que Vicent como alma que lleva el diablo surco las calles de Orellana la vieja, volviendo a temer por mi vida y por la de los orellanenses :-)

Por fin llegó uno de los dos mejores momentos del día, la cena en el restaurante "La codorniz" que Vicent tanto me había hablado de él. Aprovechamos para pedir los manjares típicos del lugar, para poco después pasar a disfrutar del segundo mejor momento del día, dormir, por fin. He
obviado el detalle de encontrar nuestro alojamiento, pero tengo que reconocer que Vicent tuvo que exprimirse el cerebro para dilucidar los dos puntos de referencia que le dió por teléfono la chica del alojamiento y que nos llevaría hasta ella. Esta chica tenía un acento extremeño endiablado que costaba entenderla, con todos los respetos por la gente de Extremadura.

Pues eso, que llegamos al alojamiento con la sorpresa de que había dos camas sencillas y una de matrimonio. En ese momento, me giré hacia Vicent y le guiñé un ojo, pero se hizo
el loco, así que esa noche Vicent y yo dormimos en las camas sencillas, y los Miguelos por adyacencia nominal en la cama de matrimonio. Algunos se quedaron montando las cañas hasta un poco más tarde, pero otros nos fuimos a la cama un poco antes.

Era muy temprano cuando sonó la alarma del móvil de Vicent, y tenía tanto sueño que me costaba abrir los ojos, pero tocaba levantarse, el Open de Lucio estaba a punto de empezar. Nos abrigamos bien, pues hacía un frio que pelaba, y Miguel y yo, a falta de traje de agua o mallas térmicas, recurrimos a los remedios de toda la vida de nuestros mayores, dejándonos el pijama debajo del pantalón. Tomamos algo rápido de desayuno y nos fuimos para Orellana la vieja que era donde estaba el embalse. Lavamos el barco, no sin antes tener que visitar la verde campiña durante la espera a lavar el barco. Sí, sí, los nervios estaban a flor de piel. Una vez listos, nos fuimos a conocer por primera vez el embalse de Orellana.



Era como una cita a ciegas :-P Mi primera impresión al ver las instalaciones y el acondicionamiento de la rampa de botadura de barcos, fue pensar que en la Comunidad Valenciana estamos a años luz de esta gente. Una rampa de hormigón de por lo menos 200 metros de ancha esperaba a los barcos que eran echados al agua sin ningún problema. Increible. Como en el Caspe yo hacía de conductor y el otro, en este caso Vicent, hacía de capitán. Aparqué la furgona, recogí la plica y me fuí a buscar a Vicent que me esperaba en el barco. Tras un rato de xarreta con los Migueles antes de la salida, nos fuimos hacia el barco de control para estrenarnos en el Open. Ya estabamos ahí, la cuenta atrás hacía subir las revoluciones de los motores de las embarcaciones y nuestras pulsaciones, mientras los cachondos del barco de control nos animaban a ir calentando motores y hacerlos rugir para no parecer "putos carperos", pero de buen rollo, eh!

Ya, ya sonaba la bocina del barco de control, el Open para nosotros había comenzado y las siguientes preguntas rondaban mi cabeza, ¿cómo estarían los lucios?, ¿sacariamos alguno?, ¿serviría de algo toda la planificación y mapas elaborados por Vicent?, ¿volveriamos en bicicleta a Valencia? (¿En bicicleta?, nano, sí, en bicicleta) Era la hora de la verdad.

Fotos cortesía de Miguel Franco.