Hacía ya tiempo que no me pasaba por aquí, así que aprovechando mi papel de fotógrafo el pasado sábado en el embalse de Loriguilla, os dejo esta crónica. Esto no quiere decir que no haya ido a pescar, obviamente, pero por falta de tiempo y de fotos he tenido que postergar mi aparición.
Los astros se habían alineado para que los 4 mosqueteros de Yol acordarán ir a pescar a Loriguilla. Ese embalse del que los viejos del lugar llenan de pájaros "el cabezo a los zagales". Ese del que dicen que alberga Floridanus, una subespecie de black-bass digi-evolucionada del bass que podemos encontrar en el resto de embalses de la Comunidad Valenciana. Ni Javi, con una licenciatura en biología, puede explicar dicho extraño fenómeno.

Sí, Javi, el mismo que el día anterior con acierto nos había liado para pegar un madrugón "del copón", como se suele decir por tierras manchegas. Así que a las 6 habiamos quedados en la gasolinera de Pedralba junto con el incombustible Cisco. Sí, ese personaje que es padre, marido, músico y pescador a partes iguales, aunque últimamente lo consideraba como un pescador a medio camino entre amateur y pro por las horas que pasa sobre el agua y empezaba a mirarlo hacia arriba. Por otra parte, procedente de las "High Lands" donde se curten tíos "apañaos" (como dice Javi sin matiz sexual) venía mi compañero Miguel. Ese que no sé como nos las apañamos pero cada vez que quedamos para almorzar acabamos haciendo un pedido a Tackle Warehouse.
La cuestión es que llegamos a la cola del embalse tempranito, y Cisco "el explorador" y yo nos fuimos a buscar un sitio para realizar el desembarque. Tras hallarlo en la otra parte del río, condujimos a Javi y Miguel hasta el puestet. Tras la echada de barcas al agua no exenta de tensión que proporciona una rampa algo improvisada y virgen, nos dispusimos a batir orilla.

La cola del embalse nos daba una explanada con 3 metros de profundidad uniforme y con chopos verdes desperdigados aquí y allá. Miguel pescaba los árboles mientras yo montaba (las cañas), al igual que hacían Cisco y Javi en la otra barca.
Empezamos a batir el margen derecha río abajo con spinner, crankbait y jerbait, cuando llegamos a la primera curva ya había tenido la primera picada de un luciete de 40 centímetros que se soltó. Poco después en una pequeña récula Miguel sacaba el primer luciete, de los muchos que sacaría hasta 5.
Cuando llegamos al puente de la tubería empezó el espectáculo, lanzo la spinner a la orilla y patapam, un lucio de 2-3 kilos, al momento Miguel, otro luciete. Estabamos rodeados de alburnos. Avanzamos un poquito, y vemos por la orilla un par de truchas frezando, increíble.
No habiamos avanzado más de 5 metros cuando Miguel tiene una picada de un lucio bueno, tan bueno que tuve que llevar la barca al medio del cauce. Aquel lucio empezó a tirar como una bestia con el pointer entre sus dientes, tras una lucha de varios minutos, pudimos subir un pedazo lucio al barco. Era el récord personal de Miguel, una lucia de 5.5kg.

Seguimos teniendo picadas de lucietes, y creo que Miguel sacó otro. Cuando pasamos el puente, patapam, una picada brutal casi arranca la caña de las manos a Miguel. Era una carpa que tiraba como una loca cada vez que nos veía. Al final la subimos al barco y Miguel flipaba. La actividad era frenética.

Poco después en una cobertura con un skitter-grub blanco (sí, como el de la foto del "molt honorable") una picada clarísima que clavo con tan mala suerte que se me suelta al pegar en una rama.
Seguimos hasta la primera gran récula donde vimos un par de basses pequeños que no picaron a nada. Vimos más tarde un nido con una hembra muy buena, pero que pasaba de todo y un macho que ahuyentaba a las carpas.
Nos cruzamos de orilla a la parte donde está sumergido el antiguo pueblo de Loriguilla. Allí ya pegaba el viento, y con ello viene la spinner, pero con la baja densidad de bass en Loriguilla no tuvimos picada hasta que Miguel hizo salir uno con su zara spook. Yo flipé, con el viento que hacía, pero protegidos por los arbustos, aquel bass atacó el paseante de Miguel. Era un bass normalito, pero siendo el primer bass de talla la recompensa era enorme.

Antes de llegar al cañón, cruzamos de orilla para reencontrarnos con los cracks, Cisco Y Javi. Javi había fallado uno muy bueno con el señuelo ya en la boca, y Cisco llevaba 2 ó 3 basses y un lucio, "casi ná".
Para entonces, los truenos y los nubarrones negros nos habían cercado, era tarde para huir. Como dice Jaime, nadie se acuerda de los cobardes. Así que comimos tranquilamente, contando los lances de la jornada en una compañía inmejorable. Como no podía ser de otra manera, después de los lances, vinieron los temas recurrentes que tanto juego dan.
Después de comer, en lugar de salir corriendo como personas sensatas, nos enjugazamos pescando la última récula. Miguel con su jerkbait sacó el último, y yo empeñado en sacar uno bueno con un skitter grub ni los olí. Creo que Cisco y Javi sacaron otro en esa misma récula.

Y jugando, jugando, nos pilló la lluvia, empezó a llover de forma intermitente hasta que llegamos a los coches. En ese camino de vuelta me dió tiempo de sacar otro luciete. Ya llegando al coche la lluvia arreció y nos mojamos "un poco". Tras esperar un rato a que dejara de llover, sacamos los barcas a mano, es decir en modo "bueyes de labranza" y huimos a casa.
En definitiva, una población de lucio creciente, muchos lucietes de 2 años aprox., y pocos basses desperdigados entre nubes de alburnos por doquier. Una lástima que no sacaramos un Floridanus, pero la próxima vez será.